jueves, 26 de febrero de 2009

El Demonio y la señorita Prym



Para abrir boca, os dejamos un fragmento de esta obra,
El Demonio y la señorita Prym, en la que Paulo Coelho narra y describe una comunidad dividida por la codicia, la cobardía y el miedo; un hombre perseguido por el fantasma de un pasado doloroso, una joven en busca de la felicidad... Siete días en los que el Bien y el Mal librarán una batalla decisiva... Ojalá os guste el fragmento... y el libro.

- Al concebir este cuadro, Leonardo da Vinci tropezó con una gran dificultad: tenía que pintar el Bien, el retrato de Jesucristo, y el Mal, en la fihura de Judas, el amigo que lo traicionó durante la cena. Tuvo que dejar el trabajo a medias porque no encontraba los modelos ideales. Un día, mientras escuchaba a una coral, vio que uno de los chicos era la imagen perfecta de Jesucristo. Lo invitó a su taller y reprodujo sus facciones en estudios y retratos.
Pasaron tres años. La Última cena estaba casi terminada, pero Da Vinci aún no había encontrado el modelo ideal para Judas. El cardenal responsable de la iglesia lo presionaba para que terminase el mural de una vez por todas.
Después de muchos días de busca, el pintor se encontró con un joven prematuramente envejecido, desharrapado, borracho, tumbado junto a una cloaca. Pidió a la gente que había a su alrededor que lo ayudaran y, con muchas dificultades, lo llevaron directamente a la iglesia, porque ya no tenía tiempo para hacer esbozos.
El mendigo no entendía lo que estaba sucediendo: las personas que lo habían arrastrado hasta allí lo mantenían en pie mientras Da Vinci copiaba las líneas de impiedad, de pecado, de egoísmo tan bien marcadas en aquel rostro.
Cuando terminó, el mendigo, algo rehecho de la resaca, abrió los ojos y vio la pintura que tenía delante. Y dijo, con una mezcla de espanto y tristeza:
- ¡Yo ya había visto este cuadro antes!
- ¿Cuándo? -preguntó Da Vinci, sorprendido.
- Hace tres años, antes de perderlo todo. En una época en que yo canataba en una coral y tenía una vida llena de sueños, fue entonces cuando el pintor me invitó a posar como modelo para el rostro de Jesucristo...

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