miércoles, 25 de marzo de 2009

La casa de Bernarda Alba


Estos días los alumnos de 4º A hemos estados leyendo y viendo en la clase de Lengua, la Casa de Bernarda Alba, obra dramática de García Lorca. Vista desde nuestra perspectiva, la de los jóvenes del siglo XXI, resulta una obra que plantea la vida como un verdadero infierno. Las mujeres no tenían libertad de ningún tipo; todo el mundo estaba atado a algo o alguien. Unas veces, era una madre autoritaria, como Bernarda, la que sometía a sus hijas; otras, la muerte de un familiar, en este caso un padre, obligaba a guardar ocho años de luto a toda una familia. (Alberto Polo.)
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La historia también refleja la vida de Adela, la menor de cinco hermanas y la más rebelde de todas. Es la única que se enfrenta a la madre y la que actúa guiada por sus propios sentimientos. Por eso no duda en verse todas las noches con Pepe "el Romano" aún sabiendo que es el prometido de su hermana Angustias.
Ella no se resiste a vivir el destino que les espera a sus hermanas y quiere gozar de la vida y de su juventud
(Andrés Miguel).

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La obra cuenta la historia de una familia de principios de siglo XX caracterizada por la presencia de una madre y cinco hijas que sufren la pérdida del padre. Representa aspectos característicos de aquella época, como vestir luto durante ocho años, no salir de casa, no abrir las ventanas ni casi poder levantar las persianas. También se tocan aspectos como el matrimonio por conveniencia , que es el caso de Angustias, y el tabú que representaba la sexualidad, pues sólo al hombre le estaba permitido poder hablar del tema.
(Bárbara Valdovín)
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En esta época la mujer era valorada muy por debajo del hombre. Si ella era infiel al marido, si deseaba a otro hombre , o si alguna tenía hijos fuera del matrimonio,
la perseguían, la maltrataban y la condenaban como a una mala mujer, mientras que el hombre podía tener cuantas amantes quisiese. Por eso Adela se rebela ante esta injusticia y sufre por la mujer que queda embarazada en la obra y a la que todo el pueblo insulta y condena menos ella.
(Pilar Gallego)
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La obra, complementada con el vídeo, ha sido una actividad entretenida porque nos ha permitido ver cómo era la sociedad de aquella época: conservadora, autoritaria y sobre todo hipócrita ya que están obsesionados en aparentar ante los demás una vida perfecta aunque en realidad no la tengan.
(Nerea Alloza)
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La obra en general, me ha gustado, sobre todo cómo han sabido representar las costumbres de aquella época. Lo que menos me ha gustado es el papel de Bernarda, una madre fría y autoritaria que no parece madre sino verdugo. El personaje de la criada Poncia es más humano y ella es la que parece más cercana a las cinco hermanas que la propia madre, transmite más ternura y hasta un toque de humor con sus comentarios.
( Alicia Abenia)
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Espalda recta, mirada fría y prudente, porte andaluz y un inseparable trote de caballo; esa podría ser la presentación de Pepe el Romano, el único personaje masculino de la obra, quien desencadena todos los hechos y que, sin embargo, no interviene directamente en la obra. (Jonás Pelegrín) ----------------------------------------------------------------------------------------------------------


De toda las hijas de Bernarda, Martirio y Adela son las más complejas. La primera es cotilla, envidiosa y cada noche espía a su hermana deseando ser ella la receptora de los besos de Pepe. Adela rebosa belleza y frescura pero en una sociedad como aquella no puede vencer y acaba suicidándose por amor, aunque en realidad todos son culpables de su trágico final. Bernarda no puede permitir una deshonra en la familia y llena de hipocresía hace enterrar a su hija de blanco simulando que era virgen e impidiendo que nadie llore su muerte. (María Berges)


Continuar un relato... Tenemos ganadora



Elena Jaso, de 2º A, es la ganadora del II Concurso
Continuar un relato. Os presentamos aquí el final que decidió Elena para continuar el comienzo del relato que presentábamos en esta mismas páginas. Enhorabuena, Elena. En unos días te haremos llegar el libro que te corresponde por ganar este concurso. Ánimo, y a seguir escribiendo !!!!

Salté la tapia por un lugar donde la alambrada que la remataba estaba rota, y me dejé caer sobre el césped del otro lado. Era la primera vez en muchos meses que hacía algo ilegal, desde aquella época que una y otra vez volvía a mi memoria. Pero apenas podía decirse que aquello fuera un delito. Era agosto, hacía mucho calor, allí había un club privado con una buena piscina, y yo llevaba el bañador puesto bajo los vaqueros. Agachado entre los árboles, esperé por si alguien me había visto. Los empleados llevaban pantalón y camiseta de color blanco, con un escudo serigrafiado. Los había estado observando desde fuera. También había estado observando a las chicas. Las hijas de los ricos, de los verdaderamente ricos, casi siempre son guapas. Tienen el color de piel y la facilidad de movimientos de quien ha crecido practicando deportes, dientes muy cuidados, esa seguridad en uno mismo que sólo se adquiere en la cuna. Nadie se fijaba en mí. Rápidamente me quité la ropa y la metí en la mochila. Caminé hacia la piscina y me zambullí de cabeza...

Pasé desapercibido ya que el número de personas que se encontraban allí era casi incontable.

Era un niño de trece años que creía desde muy pequeño que todo lo que hacía era un delito, ya que eso me decía mi hermana mayor desde que yo recordara.

Me introduje sigilosamente en la gran piscina, me sumergí, para que nadie pudiera verme, pero no podía ver con claridad, ya que la cantidad de cloro que llevaba el agua era grandísima.

Pronto pude encontrar unas gafas que se le habían caído a una niña cuando se tiró bruscamente contra el agua; me las coloqué y ya pude ver perfectamente. Seguí buceando y unos segundos antes de volver a tomar aire, vi a lo lejos una gran rejilla que cubría un agujero negro que parecía no tener fin, salí a respirar, cogí aire nuevamente y volví a sumergirme. Me acerqué hasta la rejilla y la quité con una facilidad que me sorprendió, ya que parecía que estaba soldada.

Me adentré en aquel agujero negro, que seguía por un conducto en el que milagrosamente ya no había ni una sola gota de agua y podía caminar perfectamente.

Cuando parecía que terminaba el conducto vi una gran luz amarilla y la seguí como si estuviera hipnotizado, llegue a una sala donde había miles de kilos de oro, no me lo podía creer, en la vida había visto tanto oro metido en una habitación que no era muy grande.

Estaba muy feliz y mi primera reacción fue lanzarme sobre las monedas los collares… luego me llené los bolsillos de estos, pero vi una puerta justo en el lado derecho de la habitación, la abrí y encontré un precioso palacio, que parecía de siglos atrás, de la época islámica.

De pronto escuché un ruido y vi a tres soldados con sus armas para defenderse justo delante de la entrada del palacio. No sabía qué hacer, el corazón me latía a mil por hora, pero se me ocurrió caminar marcha atrás sin perderlos de vista.

Al fin parecía que no me habían divisado, y me introduje en el palacio por una puerta trasera. Tenía unas columnas y paredes con decorados extraordinarios; era muchísimo más bonito que en las lecciones de historia cuando estudiábamos el Islam.

Recorrí el inmenso palacio varias veces, no dejaba de estar asombrado ni un solo momento.

Cuando llegué al a sala del trono me senté en él y empecé a creerme que era un califa o un gran gobernador, cuando una bella joven me vio y empezó a gritar como si la estuvieran torturando, yo le decía que no gritara, que se calmara, pero no me hizo caso y en un instante dos hombres corpulentos me llevaron a los aposentos que parecían ser del califa del palacio.

Era un hombre anciano, de estatura media, delgado, y parecía no tener cara de buenos amigos; me miró fijamente los bolsillos, debía de pensar que se lo había robado, comenzó a hablar en su lengua, el árabe, y a gesticular rápidamente. Yo no entendía nada, me arrastraron bruscamente hasta las celdas subterráneas del palacio.

Estaba desesperado, no sabía lo que me ocurriría, estaba viviendo una de las aventuras que nos leían en las actividades extraescolares en el instituto.

De pronto los mismos hombres de antes abrieron la puerta y me arrastraron hasta una sala en el centro del palacio, donde me quedé sorprendido ya que había muchísimas personas mirándome y hablando en su lengua; de pronto todos dejaron de hablar al unísono, vi una sombra frente a mí y un gran sable que me lo estaban pasando por la cara, en ese mismo instante noté un fuerte dolor en mi cuello y….

Me desperté de la pesadilla en la que había estado inundado aquella noche de verano, el calor debió ser el causante de aquella historia.

Lo único que reflexioné después de que se me pasara el susto, fue que no debía hurgar en asuntos que no me pertenecieran, al fin y al cabo lo que me decía mi hermana era cierto.